29SepMal Ambiente Familiar I | Factores que influyen y cómo identificarlo

Mal Ambiente Familiar I | Factores y cómo identificarlo

Hola comadre,

¿Cómo está yendo tu semana?

Te hago esta pregunta para que te la hagas a ti misma de verdad… porque a menudo no tenemos ni tiempo de preguntarnos a nosotras mismas cómo nos encontramos.

Y nuestro estado de ánimo es vital. Y esto depende fundamentalmente de la actitud con la que estemos afrontando nuestra vida. Pero esta, no siempre es una balsa, a veces tenemos por delante grandes retos, y ser conscientes de lo que tenemos que atravesar, nos da el poder de prevenir.

Cuando soy consciente de que vamos a atravesar estos momentos de cambio, trato de estar muy pendiente del ambiente familiar. Y hago labores preventivas de “terapia familiar”.

Es triste, pero a veces no nos damos cuenta de cómo estamos en casa, vamos con prisas, hay muchas cosas que hacer, la carga mental, que no ayuda nada… Y es muy probable que con este piloto automático activado, acabemos yendo hacia algún extremo nada recomendable.

Podemos llegar a convertirnos en una familia caótica en la que no hay espacios para la intimidad entre ninguno de los miembros, con conflictos constantes fruto de la desconexión y de la falta de comunicación.

O por el contrario, puede que tendamos a la rigidez, al exceso de control, lo que obviamente también nos llevará hacia el conflicto, el distanciamiento y en definitiva, hacia un déficit en la calidad de las relaciones.

Cuando nos instalamos en estas conductas, no es complicado acabar siendo una familia tóxica donde lo que nos provocamos los unos a los otros son daños emocionales, más o menos graves, según el caso.

Es vital que revisemos la salud mental y emocional de la familia en conjunto. Es necesario que no nos dejemos llevar por ese día a día que nos consume y nos desconecta.

El mal ambiente familiar en el hogar es como si la tierra en la que quieres plantar fuera poco fértil, sin abono, y muy seca. Es complicado que de ahí salga una planta sana, fuerte y bonita.

Todo lo que hagamos mientras tenemos mal ambiente en casa, nos causará mucha frustración y nos agotaremos: planes en familia, cambios en nuestro estilo educativo, tiempo de pareja o de exclusiva con nuestros hijos e hijas, e incluso nuestro tiempo de autocuidado, ya que nos puede hacer sentir tremendamente culpables….

Si el mal ambiente se ha colado en nuestra casa, tendremos la sensación de remar en arenas movedizas.

Y en innumerables ocasiones esta es la principal razón por la que hay constantes conflictos familiares. El mal clima en el núcleo familiar origina la desconexión de todos los miembros porque el malestar funciona así.

Nadie, ni niños ni adultos, puede vivir de manera conectada y serena y siente malestar.

Y es imposible no sentir malestar si el entorno familiar no es relajado, sin críticas, sin juicios, en armonía, al fin y al cabo.

Uno de los indicadores que más utilizo yo para saber si estamos entrando en una rueda de “mal ambiente” familiar son las peleas entre mis hijos. Cuando en casa estamos tensos, esa energía cala profundamente en los más pequeños. Es fácil que esto se traduzca en tensión y roces entre ellos. 

Los hermanos discuten, y tienen conflictos, como parte de su propio desarrollo. Pero si es de manera constante, abusiva o desmesurada, hemos de estar atentos porque es probable que algo se esconda detrás de esta dinámica que tanto nos afecta y nos desgasta.

No se trata de que no pueda haber diferencias o de que todos los puntos de vista tengan que coincidir. La diversidad de miradas sobre cualquier tema es enriquecedora, y más en el hogar. 

Cuando una familia vive con un clima de conexión, de intimidad y de armonía, puede debatir y crecer con las diferencias porque reinarán unos valores en casa que nos harán respetar al otro.

Pero… ¿Qué es el mal ambiente familiar y cómo se si se ha colado en mi casa?

El mal ambiente en el hogar puede tener muchas caras diferentes.

Puede que se manifieste en forma de discusiones constantes, de irritabilidades, de peleas y gritos o malos modos.

Pero también puede ser mucho más discreto y aparecer en forma de silencios, tensión, poca comunicación, frialdad o de miradas cargadas de decepción, de exigencia o de desprecio.

Y, como hemos visto anteriormente, es fácil que se traduzca también en discusiones o peleas entre los hermanos.

El mal ambiente en casa puede aparecer a raíz de un desencuentro por algo concreto que despierte emociones desagradables muy intensas, algún hecho que afecte gravemente al estado anímico y al vínculo entre la pareja.

Y puede ser que se cuele poco a poco, sin necesidad de que ocurra algo en particular, simplemente el día a día. Un deterioro lento de las relaciones, a veces imperceptible, pero que nos lleva a un punto en el que no somos felices, no hay armonía, ni gestos de cariño, ni palabras bonitas.

Y un día nos damos cuenta de ello, de que vivimos con tensión familiar. Y darnos cuenta de esto, duele. En muchas ocasiones, además, nos sentimos perdidas para reconducirlo.

Por ello, es de vital importancia que en este proceso seamos muy honestas con nosotras mismas para poder reconocer si nuestra familia goza de un buen ambiente, de una buena salud mental y emocional, o si por el contrario, nos estamos acercando más a las dinámicas propias de las familias tóxicas, generando esos comportamientos y esas actitudes que nos llevan al conflicto constante.

Para poder llevarlo a la práctica, te invito a hacer un ejercicio los próximos días.

Se trata de que puedas chequear el grado de satisfacción del ambiente familiar que está instalado en tu casa:

Cuando te acuestes, dedica unos minutos a hacerte las siguientes preguntas. Puedes anotarlas en una libreta e incluso ir apuntando las respuestas a modo de registro:

  • ¿Cómo me siento hoy? Si no tienes ganas de escribir puede ser un número del 1 al 10 por ejemplo.
  • ¿Cómo ha ido mi día hoy en casa?
  • ¿Me he reído? ¿Se han reído mis hijos o mi pareja?
  • ¿Me importaría que mañana se repitiera este día? * Si la respuesta es NO, te propongo identificar qué es lo que cambiarías de tu día:
    • Reírnos más.
    • Hablarnos mejor.
    • Enfadarnos menos.
    • Mayor complicidad.
    • Más tiempo de calidad.
    • Más respeto.
    • Menos control.
    • Más libertad.
    • Más contacto físico.

Ten en cuenta que será diferente lo que anhelas con unos miembros de la familia que con otros. La carencia que puedes percibir de contacto físico, quizás es con tu pareja, pero no con tus hijos e hijas.

Y puede que los enfados, sea algo que quieras reducir con tu hijo mayor y no con el pequeño.

Identificar qué cambiarías con cada uno de los miembros de tu familia, qué añadirías, qué eliminarías y que dejarías como está, te dará una visión sobre el mapa que compone tu familia en cuanto al clima y ambiente que tenéis instaurado en casa.

Si sentimos que nos faltan (o sobran) este tipo de hábitos, momentos, conductas, lo más probable es que el mal ambiente familiar se nos haya colado en casa y ese sea el origen de algunos comportamientos disruptivos que observamos en los demás (y que probablemente nosotras también los tenemos, sólo que nos cuesta más verlo).

Ningún ser humano que se siente bien, “se porta mal”. Cuando nos sentimos conectados, nuestra actitud y nuestro comportamiento es de escucha, de entendimiento, es amoroso, afrontamos los conflictos familiares desde una posición conciliadora, nos enfocamos en soluciones

¿Y cuáles son los factores que influyen en el mal ambiente familiar?

En primer lugar y como “factor paraguas” de todos los demás que ahora te citaré, la CONEXIÓN propia es la base para cualquier proceso de crecimiento.

Necesitamos sentirnos conectadas con nosotras mismas para poder afrontar la re-conexión con todo lo demás.

Por ello, mi recomendación siempre, es empezar por una misma. Parar y mirar hacia adentro para saber cómo me encuentro yo y qué estoy aportando en este “mal ambiente” que reconozco en mi casa.

Una vez analizado esto, los principales factores que influyen en que el núcleo familiar esté mustio, contaminado, tenso o desconectado pueden ser:

1. El Tiempo:

La falta de tiempo real para estar en familia, para estar con la pareja, para estar con nosotras mismas. Las horas del día son las que son y a menudo no sacamos tiempo para lo verdaderamente importante. Jornadas laborales eternas, muchas horas en el colegio, extraescolares, deberes, recados, compromisos…

En este sentido, es necesario revisar qué es exactamente lo que invade nuestro tiempo. A menudo no lo ocupamos en lo esencial. ¿De verdad toda esa lista interminable es necesaria y obligatoria?

2. Los Recursos:

La falta de recursos de muchas familias para gestionar los conflictos familiares del día a día: con la pareja, con los hijos, entre hermanos… A menudo hacemos lo que podemos con los recursos que tenemos.

Te invito a incrementar poco a poco esos recursos para ir ganando en bienestar y en salud familiar: lecturas sobre infancia, formaciones, talleres, círculos, acompañamientos. Es importante que dediquemos tiempo a crecer como personas, tanto a nivel personal como familiar. Esto redundará en una mayor creatividad y en un mejor abanico de posibilidades y recursos a la hora de vivir nuestro día a día de una forma más serena.

3. El Apoyo:

Es frecuente detectar en muchas de las mamás a las que acompaño, que gran parte de su malestar, su sufrimiento y, por tanto, ese mal ambiente en casa, tiene su origen en la soledad con la que viven la maternidad. 

Cada familia tiene sus circunstancias, pero bajo mi punto de vista, es esencial encontrar un espacio en el que podamos recibir apoyo emocional. A veces ese apoyo se traduce en una persona que se haga cargo de los niños para salir a cenar con tu pareja, o puede ser una tribu de mujeres con las que puedas desahogarte, o alguien que te ayude con las tareas que puedes delegar en la casa… 

No todos los apoyos serán posibles en cada familia, pero si logramos ampliar nuestra red, por poco que sea, conseguiremos sin duda un mayor bienestar que redundará inevitablemente en un mejor ambiente en nuestro hogar.

4. El “parcheo”:

Muchas veces vamos tan cansados, tan deprisa, tan agotadas, que no tenemos fuerzas ni para tratar el tema que ayer nos hizo discutir o para escuchar el malestar que tiene uno de nuestros hijos. 

Pero este es uno de los mayores venenos que podemos echar en esa tierra donde queremos plantar… Las familias con conductas más tóxicas suelen ser aquellas que optan, inconscientemente en muchas ocasiones, por ocultar, callar, no resolver, no compartir… Ya sea por pereza, por temor a empeorar las cosas o por una falta de herramientas para afrontar esa conversación. 

Sea cual sea la razón, se trata de poner un parche, pero el roto sigue ahí y tarde o temprano, volverá a aflorar.

Consecuencias del Mal Ambiente Familiar

Podría parecernos que el mal ambiente familiar no es lo más importante, que mientras reciban amor de mamá o de papá, lo que pase alrededor, el clima en el que estén conviviendo, no es crucial para el buen desarrollo de nuestros niños y niñas.

Siento comunicarte que no es así. 

Para un correcto desarrollo emocional, los niños y niñas necesitan entornos favorables, armoniosos y que les aporte seguridad.

Cuando los niños tienen un mal comportamiento, son disruptivos, molestan, se enfadan, pegan o gritan de manera constante o muy frecuentemente, algún malestar se esconde detrás.

Esta es la primera consecuencia que puede tener un ambiente familiar tóxico o desconectado: el mal comportamiento de nuestros hijos e hijas.

A menudo nos contamos que ese es el detonante, que el mal comportamiento de nuestros hijos e hijas es lo que ha provocado el mal ambiente familiar.

Pero el orden no siempre es así, solo que nos cuesta, en muchas ocasiones, hacernos responsables (o incluso ser conscientes) de la parte que es nuestra. 

Esta sería la consecuencia “paraguas” que abarca todo lo demás… Cae en cascada el resto de “efectos secundarios”, afectando no sólo a los niños, si no que puede salpicar a otros miembros de la familia:

  • Tristeza.
  • Apatía.
  • Ansiedad.
  • Problemas de autoestima.
  • Apego inseguro.
  • Desregulación emocional.
  • Desconexión.
  • Mala conducta infantil: desafiante, disruptiva, agresiva…

Es por esto que el Mal ambiente familiar debería ocupar un lugar preferente en nuestra lista de áreas a trabajar y mejorar.

En el siguiente post de la serie de Mal Ambiente, os contaré qué podemos hacer para aliviar este mal ambiente familiar, dónde podemos poner el foco y qué recursos podemos utilizar para mejorar este clima que se hace, a veces, insoportable.

Y si al leer todo esto tienes claro que este es tu caso y quieres ponerle remedio, pongo a tu disposición un espacio gratuito en el que podemos hacer un boceto de tu situación y buscar juntas la mejor solución.

Muchas gracias por estar al otro lado.

OJALÁ SUME.

La labor de maternar desde la responsabilidad va ligada a la necesidad de limitar lo que nuestros hijos hacen o quieren hacer. Límites en las Altas Capacidades.

19,90 €

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